sábado, 10 de julio de 2010

Sebastián altera sus patrones. Corazonada I.

Sebastián no cree en esas cosas, es un escéptico de cojones. Pero después de haber chateado -sí, da feo hasta escribirlo- veinte días seguidos con la amiga de su prima que vive en Dublín, se envalentonó de una forma que no respondía a patrón conocido. Bueno, conmigo no habla, así que sus patrones son mera deducción.
Gastó los ahorrillos que iban a ser destinados a algo que me dibujaba en una servilleta y que no entendí en un billete a Dublín. No causó previsión reservándose hotel, porque tenía una corazonada. No torció el morrillo al pedir la última semana de vacaciones que le quedaba. Le presté una maleta. Todo muy extraño.
- Pero no la conoces.
Ladeó la cabeza molesto porque eso ya lo había pensado él y lo había descartado. Así que quién mierda era yo. Nadie, nadie, adelante. Te acerco al aeropuerto.
Me gusta que actúe así, porque lo imagino hablando con alguien y me siento feliz. En realidad es un tío muy gracioso con un montón de amigos y usa Facebook y eso. Y a veces tiene que hablar por su trabajo, y hasta da alguna conferencia. Así que lo imagino con su amiga hablándole de cosas de esas que dibuja, vectores y así, y me siento orgullosa.

Llegó a media mañana, bonito, alto, sonriente. Ella estaba feliz e igualmente excitada. Le coge del brazo con cautela:
- Menos mal que for fin nos podemos ver!
- Sí.
- Y havlaar! Estaba harta de escribir!
Risa nerviosa.
- Desde lue... Perdona, cómo has dicho?
- Que estaba harta de escribir, es todo tan frí...
- Lo otro.
- Que por fin podemos havlaar?
- Hablar.
- Havlaar.
- Hablar.
- Havlaar.

Sebastián dio media vuelta con su maleta y se volvió a meter en el aeropuerto.

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