sábado, 27 de agosto de 2011

Volver a Malory


Una entrada del Sr. Cordero me recuerda que mi escolarización no tuvo lugar en un bonito internado en los acantilados de Cornwall.
Nada que ver. Yo llevaba como uniforme, en el mejor de los casos, mi propia ropa. En el peor, la heredada de mis hermanos. Podéis imaginar una niña alta y flaca de pelo encrespado y gafas de pasta con una camisa a cuadros debajo de un jersey de motoristas? Era yo en mi excursión de sexto.
Yo me tenía que enamorar de los amigos feos del guapo. Y ni así. Mi potencial poético comprenderéis que comenzó mal. "Por qué no me quiere... Qué rima con quiere?" Y así todos los Juegos Florales.
Afortunadamente (o afortunada-mente, como diría el gurú del optimismo) me encantaba leer. Y mi pequeño pueblo tenía una biblioteca bastante correcta donde íbamos después de clase. Sí, imagínate la marcha que había en mi pueblo. Era eso o jugar a baloncesto. Y además de fea era torpe, así que para allá que me iba yo con mis amistades.
Me chupé los seis volúmenes de Torres de Malory, donde una aguerrida estudiantilla se pasaba el curso de aventura en aventura. Bibliotecas, salas de música, canchas de tenis, picncs con los padres... Yo estaba segura de que eso iba a llegar a mi vida.
- Estoy super preparada. Cuando salga de este infecto colegio y entre en el instituto todo va a ser apasionante e intelectual.
Pero mi instituto no era intelectual. Ni tenía vistas al acantilado ni salas de música. Canchas de baloncesto con unos agujeros en el firme que se cobraban enemil ligamentos por curso. Apasionante sí. Si no corrías te metían en un contenedor de basura y te empujaban al río.
Pero ahí ya me salieron tetas y mi madre dejó de cepillarme los rizos. Además nuestros hermanos iban a COU y nadie nos escupía desde el balcón de arriba. Unas afortunadas, che.
Pero las aventuras tenían que ser otra cosa. Y como allí no empezaban elegí una ciudad de España "aquí seguro que hay acantilados".
No, tampoco. Pero compartía piso con estudiantes mayores en la casa de una familia. Eso ya se parecía más a un internado.
Mamá, deja de leer AQUÍ.
Al año siguiente - COU- alquilé un piso por libre con estudiantes de medicina. Sexo, drogas, alcohol, Extremoduro y John Kennedy Toole. Yo estaba escribiendo el volumen SIETE de la serie!!!
Y luego seguí creciendo -en altura no, ahí ya alcancé el consabido volumen- en años.

Y el día de hoy, el Sr. Cordero me pone nostálgica de aquellos libros y aquellas espectativas cursis. Y me gustaría hablar con la niña que fui. Y decirle que, más adelante, la vida nos iba a ir bien. Y darle una muestra de pantene rizos perfectos.

A veces me echo de menos.

He visto toda la colección de Torres de Malory por 25 euros. Creo que la voy a comprar para buscarme en ella.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

no hace falta mirar al pasado para encontrar a la niña perdida, solo mira dentro de ti en un día de lluvia y soledad; Y allí, cubierta de sábanas viejas y escondida entre las cicatrices de tu corazón, la encontrarás cantando al silencio.

Lola dijo...

No te eches de menos Marnie! recuerda tus búsquedas en los contenedores y sobretodo, tu comunión!! Bienvenida al presente!

Maria dijo...

Todo era más fácil. No había crisis y solo tenías que responder a ciertas espectativas escolares. Leves. Hijaputa de tapadillo. Ahora todo el mundo trata de asustarte, desde los periódicos al mierda ese que vende miedo para que contratemos alarmas.
Y la vida se te asusta un poco y pequeñas cosas que te definían quedan descatalogadas.
Entonces, bienvenida al presente, no?
Pues vaya mierda.