miércoles, 10 de junio de 2009

Sobre posibles e imposibles.



En cierta ciudad ha sido la Feria del Libro. No en la mía, por supuesto. Así que me gasté todo lo que llevaba ahorrado y me volví sin sandalias, castañas típicas ni compra del mes.

Pero hacía tanto tiempo que no compraba libros caros...

Tenía dos objetivos. Carlos Castán era uno.
Me lo descubrió Antonio hace siete u ocho años, léete esto, que es de un escritor de aquí que parece que está bien. Abría con un prefacio de Los premios de Cortázar, ahí ya me conquistó sobremanera. Luego fue una delicia, y para que yo caiga en lo cursi... Bueno, pues estaba muy, muy bien. Tanto que en este tiempo ha sido descubierto por el gran público y me hayé con la segunda edición de su cuarta novela y con un recopilatorio de sus mejores cuentos.
Ya recopila, tú.
Frío de vivir
Sólo de lo perdido

Este hombre hace que escribir bien parezca fácil. Que sea posible.


El segundo objetivo era Julio Cortázar.
Me daba como rabieta que le hubieran dado un bombo tan comercial al hallazgo de una cómoda llena de inéditos. Hubiera preferido... Era Cortázar dejado? escribía en papelitos que luego perdía o que guardaba tontamente en cajas de cualquier cosa? o tenía perfectamente presente que aquello no se publicaba? Con más emoción que culpa -qué bajeza moral- busqué el puesto que menos lo publicitara. Por supuesto la librería que yo amaba, la librería anónima. Habían colocado dos piezas de reclamo, El último round, casi de coleccionista, así que pregunté.
- Y de Cortázar tenéis algo más.
Y hubo algo de clandestino en la entraga bajo mano de aquel volúmen pesado.

Así que, por favor...

"El otro día instalé una fábrica de huracanes en la costa de la Florida, que se presta por tantas razones, y ahí nomás hice entrar en acción los helicoides turbinantes, los proyectarráfagas a neutrones comprimidos y los atorbellinadores de suspensión coloidal, todo al mismo tiempo para hacerme una idea de conjunto sobre la performance"

"A todo esto vino la señora de Cinamomo a increparme, porque había estdo escuchando las noticias y allí se hablaba con términos sacados del más bajo sentimentalismo radial tales como destrucción, devastación [...] Le hice notar a la señora de Cinamomo que, relativamente hablando, ella era mucho más nociva y devastadora para con su marido y sus hijas que yo con mi hermosos huracán impersonal y objetivo, a lo cual me contestó tratándome de Atila, patronímico que no me gustó nada [...] pero siempre hay que pagar un precio por las cosas, qué joder."


Lucas, sus huracanes. 1980.


Este hombre, en cambio, hace que escribir bien parezca fácil sólo para él. Imposible para Carlos y sobretodo para mí. Vosotros no sé qué tal andaréis de posibilidades.

.
.

2 comentarios:

daniel dijo...

Si algún día te pierdes, tienes miles de sitios donde ir, ser querida y poder deslocalizarte, sonríe

Maria dijo...

Noooo! no me digas que hay miles de sitios, loco!

Un chino del siglo pasado me diría que de los cinco elementos me falta metal. El metal te ancla a tu lugar. Te coge las alitas y les hace un nudo.

Por eso se regalan metales al ser amado.

Para lastrarlo!

Gracias por la oferta, querido flacucho. Tomo nota.