viernes, 28 de marzo de 2014

Cientos de pequeños corazones

Te imaginas que nuestros corazones. Se pudieran oír.
Que cada cual sonara ligeramente diferente como suena nuestra voz.
Y al acercarte a alguien reconocieras un latido. ¿Estás ahí? Oigo tu corazón.
Y de pronto te sincronizas con alguien. Y de pronto alguien se acelera al acercarse a ti.
Y al darte un abrazo, y al quedar abrazados, pudieras concentrarte en ese sonido.
Te imaginas el corazón de tu madre. Te imaginas el latir cansado de la gente mayor y el coro batiente de un patio de escuela. Te imaginas el reposado sonido de tu amor durmiendo a tu lado. Pum. Pum. Todo está bien.
El latir del enemigo, el acelerado redoble de quien va a robar una vida y a crear un silencio atroz. El primer sonido en tus hijos que ya será para siempre. Tu perro al acercarse corriendo a ti. Pum pum. El contacto, el roce con ese alguien y las manos sobre el pecho para amortiguar lo que ya sabe. La persona que no conoces y con quien compartes el ascensor ahora. Puedes oír su corazón. Puedes dejar la mente en blanco y escuchar su corazón unos instantes. No sabes su nombre. Pero sabes cuánto existe.
Tu corazón, ese sonido que sólo eres tú y que te confirma aquí y que es un ahora. Y al sumergirte en el mar, se une a cientos de pequeños corazones lejanos.
Te imaginas que de pronto. Se dejasen de oir.
Sería insoportable.


Y, sin darte cuenta, tu respiración se ha sincronizado con el latir de este texto.
Algo es algo.
Estamos salvados.





2 comentarios:

Maxi argento dijo...

Graaaaaande María! Hermoso como todo lo que hacés.

Maria dijo...

Sargento Maxi! Tú por aquí? Muchas gracias, me pareció una idea bonita. Un abrazo grande, jefe.