lunes, 29 de marzo de 2010

Ni en sueños

He soñado con su ciudad. Ahora, despierta, me doy cuenta de lo mucho que la recuerdo. La veía desde un cerro y distribuía barrios, edificios, localizaba su casa a partir de aquel enorme abeto japonés. Mis hermanos señalaban, creo que ahí... Y yo había vivido en esa ciudad lo mejor de esta vida. Está bien, Emi, algo de lo peor también.
Pero luego lo veo a lo lejos. Apoyado en una tapia, vistiendo uniforme de rugby, no sé a qué, porque él nunca... Pasamos por delante y Maite me aprieta la mano y yo no puedo mirarlo.
Y yo no puedo mirarlo. Sueño con Emi una vez al año y... no lo miro! No lo agarro del polo, del pelo de la frente, ¡Estuviste loco!.
Así que entramos a un bar que resulta ser un avión que van a estrellar contra Elche. Yo me levanto y la terrorista me intenta reducir dialécticamente. Bueno, que al final no se estrella porque lo resolvemos como personas y un par de hostias sí que cabría mencionar que se distribuyen, da igual, es muy largo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hasta la parte del avión, bien. Pero cuando entras al avión y unos pseudo terroristas al más claro estilo Al Qaeda intenta estrellarlo contra la Dama de Elche. Juer, menuda pesadilla. No me puedo imaginar a toda la gente de Elche alrededor de los restos del avión observando con lagrimas en los ojos como ha quedado el emblema de su ciudad, y preguntándose ¿por que hay tanto odio en el mundo?

Maria dijo...

Sí, un final muy macarra. Ya me dijo la Dra. Mah que no me pusiera tantos piercings.
Pues hicimos un picado bastante chulo, se veían las casas cerca, cerca. Justo a tiempo decidimos que mejor que no y la Dama salvó los rulos y nosotros la dignidad, porque no se puede morir en sueños, parece ser.
Elche... Yo nunca he estado en Elche...