
En cierta localidad de mi país celebramos un concurso de belleza juvenil de tapadillo. Se trata de elegir al pueblerino y pueblerina más representativos. He dicho celebramos? Celebran. A mí me parece una mierda y una crueldad. Con doce años no sé qué tal te sienta quedar quinta. Es algo así como hay cuatro más guapas que tú. Que sí, que sí, que les hacen preguntas y tienen que ser además de guapos, ciudadanamente sueltos y simpaticones. Pero vamos, que desfilar graciosamente con el traje típico, cuenta. Y para que te quede graciosa una red en la cabeza tienes que estar bastante buena.
Que lo hagan los adultos, pues mira. Mostrarse en bikini, lucir curvatura, o enfermiza ausencia de ella, cepillarse las crines, enseñar la dentadura, paseíto, paseíto, pose. Cada cual con sus movidas. Ya se han adquirido unos hábitos mentales, que te zurzan si no quedas ni quinta, sabías a lo que ibas.
Pero con niños, aish...
Yo siempre he sido feuchilla y del tipo Pantera Rosa. Así que ya desde la escuela me adapté a lo que había y desarrollé diferentes tácticas de abordaje. Cada cuál tiene su público, ya somos adultos. Pero a la juventud que se aferra a la propia belleza como único bastión, que tiene los cojonazos y el ego de apuntarse a un concurso, que se enfundan la redecilla y pasean pisaverdes... Si no ganas te hundes.
- Oiga, que quiero ser un tipo interesante.
- Lo siento, te he visto con la redecilla.
- Pero es que he quedao quinto!
- Tarde.
Y, dándole otra vuelta, quiere el interesante ser guapo? No lo sé. Pero quiere seducir por la misma, exactamente la misma vía que el guapo de concurso. La exhibición.
Se afina el lenguaje, se contonean los conocimientos, te pones un escote de esos hasta los logros académicos. Paseíto, paseíto, latinajo. Concursos literarios, firma de libros, recitales musicales, cortos, exposiciones fotográficas. Es lo mismo. Lucimiento de lo que se tiene.
Así que quedar quinta en el concurso de piano también debe joder cuando tu arte es tu único bastión y bla bla bla.
- Yo quisiera ser guapita.
- Pero tú no has ganado un concurso de poesía?
- Dos.
- Pues te jodes.
Así que si arremeto contra Miss/Mister Bahamas, voy a tener que darle también a los Juegos Florales. Ernesto dice que no, que los concursos de belleza nos convierten en objetos. Ya, muy prosaico. Y los de literatura en objetos intelectuales. "Tiene más valor!" Lo he enviado a la calle a que se dé un paseo y luego me vuelva a decir que se valora más el intelecto que la belleza.
Ambas cosas nos han sido dadas, belleza y mérito intelectual y/o artístico. Que las tienes ambas, bendito sea dios. Que tienes una, sácale brillo. Que ni la una ni la otra? para qué se inventó el deporte, luce medallero que también tiene su público.
Al final, todo se resume en seducir, amiguitos/as.